En esta Navidad me acordé de Siboney. Ignoro su fecha de nacimiento, su apellido, incluso su edad. De hecho no recuerdo haber cruzado palabra con ella alguna vez en mi vida, pero su cara regordeta nunca la he olvidado. Ella vivía en la misma privada en la que vivían unos tíos con los cuales solía pasar las vacaciones "grandes" cuando todavía eran "grandes", yo tenía 10 años de edad y mi prima es un año mayor que yo, Siboney quizás era un poco menor que nosotras. Ella tuvo la mala fortuna de tener un padre rechoncho, gigante y débil de carácter que se dejaba manejar por una esposa con un carácter del demonio pero que ante los ojos de la sociedad le gustaba ser vista como una mujer piadosa. Pues bien, esta mujer tuvo dos hijos, la primera en nacer fué Siboney y heredó toda la fisonomía de su padre, a más de ser gordita y tener grandes los pies (vb. el ratón vaquero, je), aunque nunca sabremos sí esta era su naturaleza o su mefistofélica madre lo planeó así. La segunda procreación de esta singular pareja resultó ser un hombrecito, el cual era más parecido a su madre y le encantaba estar torturando a su gordis hermana. Pero porque recordar a Siboney en estas fechas? Una Navidad la pasé con mis tíos esos que les platico y el 25 de diciembre cuando todos los niños salimos a la calle a presumir nuestros regalos y éramos muy felices, corríamos, brincábamos, reíamos, salió Siboney con su vestido de florecitas y moño al frente, su colita de caballo y su cara mofletuda y una media sonrisa, quizás pensaba intregrarse al grupo, pero precisamente su hermano fué quién empezó a entonar la cancioncilla con la cual le tiraban carrilla, no recuerdo la letra pero obviamente resaltaba los kilos de más, la inseguridad confundida con estupidez y su gran apetito. Los otros niños secundaron el cántico y los ojos de Siboney se llenaron de lágrimas, sus cachetes blancos y regordetes temblaron y se quedó parada esperando que el escarnio terminara. La pena que embargó mi corazón ante este espectáculo todavía no he podido exzorcizarla.
Un día comprendí porque sucedía esto con Siboney, mi prima y yo entramos a su casa para hablar con la mamá de no recuerdo qué cosa, era una tarde de verano y mi prima y yo veníamos de jugar en la plaza y de habernos comido una gran nieve, la tarde era muy joven y todavía faltaban largas horas de juego, pero la mamá de Siboney ya estaba haciendo la cena., todavía recuerdo con precisión de reloj suizo el espantoso olor a aceite, a fritanga, a grasa de años y años. La señora estaba friendo chuletas de puerco, estaba haciendo gorditas fritas en aceite y en otra cazuela algo en tono gris estaba hirviendo con furia, la pobre Siboney estaba haciendo su tarea de la iglesia en la mesa de la cocina, mientras su mamá le decía lo lenta que era, lo tonta que era en comparación al hermano (el rídiculo niño estaba viendo las caricaturas, feliz de la vida). La señora nos empezó a sermonear que nunca nos veía en la Iglesia y que éramos unas pecadoras, etc etc, pero no contaba con que nosotros teníamos una abuela atea que nos había enseñado el otro lado de la religión y empezamos a cuestionar esto y lo otro, mientras que Siboney nos veía con algo de admiración y miedo. La señora odiosa no supo que más decirnos, y terminó con un: Ustedes dos están bien flacas porque no creen en la palabra del Señor y además se ve que sus padres ni les ponen atención!
Mi prima le sacó la lengua y salimos corriendo en medio de un ataque de risa incontrolable, con lo cual la señora se ha de haber quedado mucho más convencida que antes de que éramos entes demoníacos. La señora en cuestión era bonitilla y no era gorda, se veía que se cuidaba, entonces comprendí que ella se dedicaba en cuerpo y alma a que su hija fuera un marranito, dándole comida pringosa y no dejandola salir a jugar para que no quemara esas calorías de más, todo porqué? porque era mala de corazón, por eso, bueno, es muy simplista mi conclusión, pero esa fué la conclusión de una niña de 10 años cuando ve encerrada en una sórdida casa a otra niña indefensa, con un padre debilucho y sumiso y una madre dominante. Pobre Siboney, que será de ella ahora? se habrá podido librar de las garras de su madre?
Siboney, su nombre me evoca a un jabón blanco, lechoso. Después de ese verano, mis tíos cambiaron de casa, y nunca más la volví a ver. Espero que haya encontrado la libertad..
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6 comments:
Bendito blog que me sacas del aburrimiento. Hay gente que no tiene la culpa de que los otros traten de hacerlos infelices. Los que tienen la culpa son los infelices que, no conformes, tienen que ponerle limón a las heridas.
Yo también deseo de corazón que haya podido ser libre finalmente.
Otra persona más que se engrapa en mi catálogo. Gracias.
Me animas a sacar a todos los personajes que siguen esperando sus minutos de gloria... y por cierto, me gusta leerte de nuevo en tu estado natural... menos tristeza, más encanto. Abrazo navideño-fascinado.
Pues yo tambien me uno al deseo de que esa "otrora" niña, haya conseguido por fin ser libre.
Si los padres supieran el daño que hacen a sus hijos con sus actitud negativa, creo que no podrian tolerarse ni a si mismos. Sera por eso que cuando se van a morir tienen miedo del "CASTIGO"???
Alejandro!!
En esa foto nueva, luces espectacularmente guapo!! ps que te hiciste! Pasa el consejo, no?
Luna: Así es, es indignante!!!!!
Julio César: Es un honor tu comentario!! y sí, estoy tratando de exzorcizar mi propia tristeza..
Opalo: Ya te extrañaba, espero con ansias el 2006 porque dijiste que ora sí vas a develar algo sobre tí..y tienes que cumplir, eh??
También esperan eso Mar y Ana.
Saludos y gracias por la visita, yo seguiré pasando por aquí.
Hasta pronto.
Patty:
Espero que lo que he develado sobre mi sea suficiente...pero si no lo es, escribeme y ahi vemos...
Feliz Año 2006!!!
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