Wednesday, March 12, 2008

A la hora de comer

Yo tengo una rara manía o hábito tal vez incomprensible: no hablar de cosas preocupantes o que puedan terminar en discusión durante la ingesta de los sagrados alimentos.



Y no es que yo sea muy original, que va. Esto proviene de mi amá quien tuvo el desatino de casarse con un hombre preocupado por naturaleza para quien, precisamente ese momento epifánico engullidor, era el ideal para chingar el alma.



La imagen de mi mamá llegando presurosa del trabajo y directo a la cocina, es algo que tengo tan grabado como mi nombre y fecha de nacimiento. Lo viví durante tantos años. La rutina de lunes a viernes era la siguiente: levantarnos para irnos a la escuela (mi mamá era maestra de primaria) y mi papá a su trabajo, mientras la casa se quedaba hecha un verdadero asco: camas destendidas, piyamas regadas por todas partes, trastos sucios del desayuno en mesa, chanclas por aquí y por allá, en fin, parecía que un gran cerdo había medio masticado nuestra casa y a mitad de la digestión la había vomitado. Así de feo el asunto.



Mi mamá salía de la escuela directo a comprar carne, tortillas, verduras, sabe dios que cosas para llegar directo a la cocina a hacer comida para tres seres hambrientos, molones, chillones y chiplones y para ella misma que llegaba famélica después de estar con un hato de pigmeos salvajes durante toda la mañana. Mientras ella se peleaba en la cocina como diario hacía , yo como hermana mayor que era y en realidad la única consciente (aparte de la pobre de mi mamá) del tiradero (mi hermana es menor que yo, así que era peque, y mi papá....pues, este, era mi papá) yo tenía que darle forma a la casa, tender camas, recoger chanclas, poner todo en su lugar, para cuando mi mamá nos convocaba a la cocina yo ya había terminado con todo eso pero obviamente cuando me sentaba a comer lo hacía todavía resollando por el esfuerzo y mi mamá cansada y hambrienta igual. Y entonces cuando parecía que estabamos recuperando la calma, cuando ya todos estabamos moviendo el mostacho con singular alegría, empezaba mi papá con algo así como: gorda y ahora como le vamos a hacer para pagar tal deuda? ó A que viene su mamá?? mejor que se quede en su casa ó Sí no me pagan este viernes quien sabe como la vamos a armar para el viaje a Juárez, lo va a tener que cancelar.....grrr.....ó sacaba mis trapitos al sol para empezar a regañarme, mi mamá trataba de tirarlo a lucas primero, lo cual me exasperaba aún más porque yo sabía que eso de nada iba a servir, a él esto solo lo acicateaba para insistir aún más, la segunda parte de la contienda era en la mi mamá trataba de cambiar el tema por uno más placentero, cosa que solo me hacía rabiar aún más porque yo sabía que la reacción del señor era peor, ora se empezaba a enojar y no tardaba en iniciarse una tonta discusión justo cuando empezábamos a devorar una deliciosa chuletota asada, y bueh, cuando mi papá empezaba a enojarse mi mamá daba un puñetazo en la mesa, lo volteaba a ver con esa mirada de acero azul que puede congelar un océano entero (deben creerlo, es una mirada aterradora) y le decía a mi papá en medio de un rugido: qué no podemos discutir esto más tarde?? que no puedo COMERR EN PAZZZZ?? y tan tan. Silencio sepulcral. Ahora solo se oía un: pasame la sal, cronch, cierra la boca cuando mastiques, sientate derecha, etc, es decir SE ARRUINABA TODA LINDA PLATICA FAMILIAR QUE SE PUDIERA TENER. Cuando estábamos solas la pasábamos muy bien, una de de esas comidas fue en la que mi mamá harta de oírnos reír a mi hermana y a mí nos dijo muy molesta: dejen de estar enfriando la mazorca y ponganse a comer!! jajajaja, las risas ahora sí no pararon con nada y ella mismo terminó por unirse hasta que a las tres nos corrían lágrimas de risa.



Y bueno, hasta la fecha, odio que mientras estoy comiendo se empiece a discutir sobre algo que no va a llegar a buen final o se hable de algo preocupante, o se abran recibos de teléfono, o se comenten las cochinas deudas, o algo que haga que se arruine un buen momento. Pero entiendo que eso son los traumas que mi infancia-adolescencia me dejaron. Qué se le va a hacer???

13 comments:

Ya no soy yo. said...

No creo que sea por el trauma. Dudo que alguien que está consciente de que la comida DEBE disfrutarse, haga una pendejada tal como hablar de cosas desagradables en la mesa.
Yo soy una mamona, en mi familia son dados a hablar de pendejadas al azar, a veces buenas, a veces malas. Pero cuando la cosa está mala y mi intolerancia alta, mejor tomo mi plato y evito riñas familiares, me voy a comer a mi recámara. Y al cabo de unos meses de hacerlo han comprendido: con Tania no se puede hablar. Claro que no, no se puede hablar de enfermedades, de males de dinero, de reproches...

¿Por qué la gente no entiende que para todo hay una hora? Debería ser pecado capital chingarle la hora de comer a otros. Pensándolo bien, yo también tengo trauma, aunque insisto: lo sano y normal es hablar de cosas lindas y durante la comida, pendejadas sin sentido, bromas o de plano limitarse a comer. Y es que, comer es tan bonito. Pinche gente que no sabe estar en paz.
Los problemas ahí están, no es necesario que nos los mencionen mientras comemos.

"Cuando como no conozco"

Jajajaja, ya hasta me estresé. Recordé una vez que estabamos en finales, trabajando unas 18 horas al día en el proyecto y los pendejos hijos de puta de mis compañeros, todavía querían discutir asuntos del proyecto en la mesa. Los mandé a chingar a sus madres y les dije que no iban a hablar de eso en MI mesa. Ya mucho era tenerlos 24 horas al día enfrente, 18 horas de computadora y maquetas en frente, como para ver arquitectura en mi sopita.

Soy bien intolerante.

Caballero de la Blanca Luna... Y Diesel. said...

Igual mi padre, pero no habalaba de deudas o cosas asi, sino nomas por fregar a mi mama.

Recuerdo una vez que en navidad, se le hacia tarde para irse con su "amiguita"asi que empezo una discusion, mas o menos asi:

- Papa: Martha, porque haces carne de puerco, sabes que no la tolero?

- Mama: Ay pero si comiste en casa de tu tia, no que muy sabroso el lomito de cerdo??

- Papa: pues si pero......(silencio)

- Papa de nuevo: Y esta salsa?? Cual es??

Mama: Ahh es como la A1.

Papa: (Con tonito ironico) Aaaahhhhh "Como la A1????" Osea que ni siquiera es A1?? Que no te doy un chingo para el gasto?? como que "Como la A1"? Que no te doy suficiente para que compres la A1?? No aqui no se puede comer, ya me voy a la calle a ver que como alla.

Y se fue, y esa noche de navidad cenamos mas rico y tranquilos luego que se fue =)

Saludos!!

panchicha said...

Tienes razon, la hora de la comida debe de ser sagrada, arruinarla con preocupaciones no es buena idea. Lo tendre en cuenta de hoy en adelante.

Saludos chula.

Mauro said...

Ah, que cosas...eso suena muuuy similar a las discusiones de mis padres y que ahora pretendo evitar... Yo siempre pensaba: "pues que no aprenden que x comentario siempre lleva al comentario y?" Porque yo siempre lo entendia y ellos no? Y si, al menos al comer, evitar esas cosas....totalmente de acuerdo..
Como siempre, muy sabroso leerte....

Love doctor said...

Mi mamá usa la hora de comida como terapia. Así aprendí de psicoanálisis: solita, de tener alguien con quien soltarse hablando, mi jefa encontraba siempre la respuesta a todos sus problemas. (JO!)

ĭçoŋoçlast@.·´¯`·.¸ said...

Yo en lo particular recuerdo mis comidas familiares muy en paz, y de hecho no se hablaba de nada que no fuera la comida misma.

Actualmente yo hago lo mismo, generalmente he visto que es mala idea tocar cualquier tema durante la comida.

Tal vez se deba a que en ese momento nuestro organismo está en modo depredador, listo para avalanzarse sobre la comida y cualquier comentario que se atraviece es recibido con la adrenalina en alta.

FAG said...

Encontré tu blog por absoluta casualidad, buscando información de las ollas Presto, pues yo trabajé para esa empresa, y resulta que encontré lo de tu olla y las viejitas cascarrabias, que me pareció muy divertido y entiendo que traumático para tí. La verdad me enganchaste con tu narrativa,así que me pasé más de 1 hora leyendo varios de tus textos, y me pareces profunda, irónica, reflexiva, magnífica, realmente mágica. Tienes indudable talento de escritora, no se si lo hayas intentado, pero si no, creo que deberías escribir de tiempo completo. No te estoy adulando para coquetar contigo, pues ya estoy muy grande para eso, pero de veras me gustó tu estilo y personalidad. Cuando tengas el siguiente por favor envíamelo a mi correo fagarciam@yahoo.com.

Gracias por hacerme pasar un muy buen rato leyendote.
P.S. Soy fan de García Márquez y me encantó tu sensibilidad al leer 100 años de soledad. Ya leiste El amor en los del cólera? También es verdaderamente notable.

Exquisita Criatura said...

uooorales!

ora si tenès un fan!

SLSC said...

A mi lo unico que me molesta es que mi novia quiere que le este hablando hasta cuando estoy comiendo.

Bosé said...

Estoy completamente de acuerdo con tu ama =) En mi casa jaja creo que nunca acostumbramos eso de hablar cosas asi, si alguna vez lo fue no lo recuerdo...

Si me ha pasado que estando comiendo en casa de mi novia empiezen con esos temas y es algo realmente incomodo y me da weba y coraje...

Sea como sea, muchos respetos a tu ama, sinceramente una gran mujer...

c324r said...

Si, de hecho, por eso se les llama "sagrados alimentos"

Digo, una satisfacción no-sexual al día: comer rico y en paz.

Anonymous said...

Ps es que si no te peleas a la hora de la comida aquioras, entonces? Nomás en ese momento tienes enfrente a la gente para pelearse con ella...

Alcione said...

buaaa que buen consejo!

Yo recuerdo cuando mi mamá tenía su negocio y comíamos solo los hermanos... mi hermana y uno de mis hermanos se empezaban a pelear a la hora de la comida y un día un plato con adobo terminó en el techo del comedor!!
Que miedo pasé... era como la pelicula de "un día de furia".
Ahora cuando lo recordamos nos da mucha risaa